UNA MANSIÓN MALDITA
La Masión Congelier
La mansión Congelier se encontraba en el 1129 de Ridge Avenue en Pittsburgh (USA). Fue construida enseguida después de la Guerra de Secesión y hay quien afirma que nació maldita, pues su propietario (Charles Wright Congelier) se hizo millonario precisamente a costa de las desgracias ajenas en dicho conflicto.
La vida transcurrió con total normalidad en la casa hasta el año 1871, cuando la esposa de don Charles (de nombre Lyda) encontró a su marido en flagrante infidelidad con la empleada. Y al parecer era mujer de armas tomar, porque tomó un arma y los mató a ambos.
Unos días después, un pariente visitó la casa y se encontró con la señora Lyda muy tranquila, sentada en una mecedora....con la cabeza cortada de la empleada en el regazo. La ex señora Congelier terminó sus días en un manicomio, mientras la casa se mantenía desocupada.
Imagen de la llegada del ferrocarril
Para no estar a la intemperie, viendo que la casa estaba deshabitada, los trabajadores del ferrocarril quisieron utilizarla para dormir. Pero no fue una buena idea pues al poco tiempo empezaron a oír voces y gritos violentos y aterradores, al tiempo que unas manos invisibles les sacudían en sus camas. Sabiamente, volvieron a la intemperie y la casa quedó vacía otra vez.
Hacia 1900, un médico de apellido Brumrichter adquirió la mansión y se ganó rápidamente una fama de excéntrico. Jamás se le veía de día, mientras que a la noche llegaban carruajes con figuras embozadas. Las luces de la casa estaban permanentemente encendidas, aunque poco podía verse hacia adentro, a causa de gruesas cortinas y de muebles arrimados a las ventanas.
Al final, la curiosidad de los vecinos fue satisfecha: una noche de agosto de 1901 se escucharon gritos desgarradores y una explosión hizo añicos una de las ventanas de la casa.
Fue alertada la Policía, que ingresó por la fuerza a la mansión e hizo un descubrimiento siniestro: seis cuerpos femeninos decapitados y en descomposición, que se hallaron en un piletón con fenol al fondo del jardín.
Ya en la casa, el panorama no fue más piadoso: en el sótano encontraron las cabezas de las infortunadas mujeres, que por lo visto habían servido para realizar experimentos médicos de prolongación de la vida sin un cuerpo que sirva de sostén biológico.
Los policías procedieron a registrar la mansión entera, pero nunca pudieron hallar al doctor Brumrichter, al cual oficialmente se dio por muerto en una feroz explosión (si bien no encontraron su cuerpo).
El tiempo pasó y una empresa adquirió la mansión para albergar trabajadores. La experiencia duró poco: semanas después, cuando los obreros regresaban de una jornada de trabajo, encontraron muertos en el sótano a los dos cuidadores, salvajemente golpeados, sin que las puertas o ventanas de la casa hubieran sido abiertas o forzadas, pues estaban trabadas y con llave. No faltaba ni un objeto en la mansión.
La versión oficial indicó que ambos cuidadores se trabaron en lucha entre sí y murieron a causa de los golpes recibidos (lo cual era imposible, porque no tenían ningún objeto contundente en sus manos o en las cercanías). Para mejor, eran amigos de toda la vida.
Fuese cual fuese su maldición, allí terminó.
Fuente: http://expedientesxxl.blogspot.com.es/
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