Mónica Nieto: la Uri Geller española.
Mónica Nieto
En 1977 una niña cacereña llamada Mónica Nieto Tejada de tan solo 5 años de edad, dio muestras de poseer sorprendentes capacidades psíquicas.
Su madre que era aficionada a los temas paranormales, había escuchado como, en un programa de radio, se invitaba a los oyentes a emular al psíquico Uri Geller, famoso por doblar cucharillas y tenedores. Juntó a sus tres hijos y les propuso jugar a esto, peo de los tres sólo Mónica, la mayor, consiguió doblar un tenedor con sólo rozarlo con la punta de sus dedos.
Pasaros los años y la niña mostraba a sus amistades sus divertidos poderes, doblando cualquier cubierto ante sus amigas del colegio. La noticia llegó a oídos de Eduardo Pedro Criado, del Centro de Estudios Parapsicológicos de Extremadura (CEPEX).
Tras hacer unas pruebas iniciales, en febrero de 1987 comenzaba la primera fase de investigación sobre las facultades de Mónica Nieto. El equipo de investigación estuvo compuesto por Eduardo Pedro Criado, José Mª Casas Huguet (abogado),Juan Carlos Hernández Cárrica (parapsicólogo),José Ignacio Cardenal Murillo (médico), Rosa Mª García Martínez (enfermera) , Fernando Álvarez Roldán (químico), Rafael Rivera Madariaga (parapsicólogo), Ricardo Cano Sánchez (neurofisiólogo) , Alfredo Bonavida (Dr. en Ciencias Físicas) y Gerardo Blanco Blas (psicólogo clínico) ,iniciándose una serie de experimentos sobre las capacidades de la chica.
Su técnica consistía en crear una imagen mental del tenedor en estado normal, y paralelamente otra del tenedor totalmente doblado. En su mente acercaba ambas imágenes hasta solaparlas al tiempo que decía “dóblate, dóblate”. Cuando ambas imágenes se superponían en su mente, el cubierto quedaba totalmente doblado.
Una de las curiosidades de la dotada era que creía que únicamente era capaz de doblar tenedores, pues era la imagen mental con la que se había familiarizado. Durante un tiempo no pudo efectuar el doblaje de cucharas o cuchillos, solo tenedores.
Eduardo Pedro Criado ideó un truco para burlar las limitaciones psicológicas de la niña, colocando una cuchara adherida bajó un tenedor. La niña tomando ambos con los ojos cerrados repitió el doblaje, pero doblando dos objetos a la vez.
En la primera serie 325 objetos, entre los que se encontraban brocas, cortaplumas, limas, llaves, tijeras, cucharas, pulseras etc., fueron entregados a Mónica para que intentase influir sobre ellos en distintas circunstancias. Un total de 272 objetos dieron un resultado positivo.
Pero la chica no solo tenía la capacidad de doblar objetos, podía después devolverlos a su apariencia original sin que se apreciase la mínima alteración en su estructura. En este tipo de experimentos obtuvo un porcentaje del 90% de éxito.
Con las cartas Zener y otras variantes de test PES, utilizaron cajas opacas, introduciendo la carta o dibujo en el interior y pidiendo a la niña que identificase su contenido. El sistema de Mónica consistía en tomar la caja en sus manos imaginando que quemaba la superficie del envase y de ese modo haciendo un agujero para poder ver el contenido de la misma. Mónica prefería que la carta Zener o el objeto del test estuviese siempre en el interior de una caja o recipiente opaco. A finales de 1988, durante una de las sesiones que se realizaron en casa de la familia Tejada, se cambió la caja en la que se solían hacer los test Zener, para que así no hubiera duda de que se utilizaran cajas trucadas. En esa sesión se usaron tanto cartas Zener como naipes de colores.
En un momento determinado se varió el experimento, y se colocó una carta boca abajo, sobre la mesa. Cuando se le pidió que averiguase el dibujo de aquella carta exclamó sorprendida: “¡Pero como quieres que vea la carta!, tendría que quemar la mesa desde abajo para verla, o quemar la carta, y si la quemo ¿cómo podré ver su dibujo?”. En aquella ocasión fracasó en su intento de “ver” la carta que habían escogido.
Mónica llegó a leer pequeños textos de hasta tres líneas en el interior de una caja opaca e incluso llegó a leer caracteres japoneses. Esto ocurrió cuando un equipo de la televisión nipona visitó a la familia Nieto, antes del viaje de Mónica a Japón (en julio de 1988) para realizar la misma experiencia en el plató de televisión, y en directo.
Pero la pregunta que nos podemos hacer ante este caso es: ¿Que hacía que esta joven cacereña pudiese realizar estos sorprendentes prodigios parafísicos? ¿Qué tipo de facultad poseía el cerebro de Mónica, que no conseguíamos manifestar los demás mortales?
Los psicólogos y psiquiatras no pudieron aclarar estas cuestiones a pesar de someter a la joven a diferentes test como el D-48; WISCH; RORSCHACH; M.M.P.L.; etc. Tampoco los continuos interrogatorios y entrevistas a los que se sometió a la dotada, descubrieron ninguna característica especial en Mónica que la diferenciase de otras niñas de su edad.
Se interrogaron a amigos y compañeros de colegio de la niña, y todos coincidían en que Mónica Nieto era una niña absolutamente normal, a pesar de que muchos de sus compañeros de escuela la habían visto producir doblajes de metales en clase. Sin embargo la joven jamás manifestó un especial interés por el mundo de lo paranormal, más bien al contrario. Mónica era una niña absolutamente normal.
Un dato interesante a tener muy en cuenta y que de hecho ha tenido mucho que ver a lo largo de la experimentación, es la importancia que para Mónica tienen las circunstancias estimulantes, de forma que con un ambiente y unas circunstancias estimulantes adecuados, rinde mucho más en todas sus actuaciones. De una adecuada estimulación depende en gran medida el conseguir una mayor confianza en sí misma y el logro de las metas trazadas. Todo esto se pudo comprobar a medida que los estudios de sus facultades iban avanzando. Cada nueva etapa requería un proceso de adaptación y, sobre todo, que ella misma adquiriera una mayor confianza en sus propias capacidades.
También es interesante señalar que Mónica, a pesar de su extroversión, acusaba una gran dosis de nerviosismo y angustia cada vez que tenía que efectuar alguna experiencia ante extraños. Sin embargo, en situaciones muy comprometidas, por ejemplo ante un Notario, una comisión investigadora, un grupo de científicos, etc., llega a sorprender a los propios investigadores superando con creces los resultados esperados por ellos.
Los estudios psicológicos demuestran que Mónica es como cualquier otra joven de su edad. No hay ningún rasgo psicopatológico en ella, su vida transcurre con normalidad, su inteligencia es corriente y se desenvuelve bien en sus relaciones sociales. Su rendimiento escolar es regular, nada destacable. Suele desconfiar en las pruebas nuevas que los investigadores le presentas, sobre todo cuando los materiales no son los habituales. Se distrae con facilidad y esto dificulta a veces la acción de su facultad. Por otro lado, no necesita un nivel alto de concentración. En ocasiones procede al doblaje de los metales mientras charla con los investigadores.
Se ha podido observar que actúa mejor cuando los asistentes le son agradables y cuando un determinado experimento o material en concreto le resultan “simpáticos”. Por ejemplo con el plomo trabaja mejor porque, según ella, “siente cariño”. Por el contrario, no es capaz de modificar el latón, al que dice tener “manía”. A pesar de los esfuerzos por intentar que trabaje con él, nunca ha sido posible.
En definitiva, una niña absolutamente normal, en el seno de una familia normal, con una vida absolutamente normal, y no obstante, con unas capacidades psíquicas extraordinarias. ¿Y qué utilidad tenían esas facultades?
Mónica había declarado en alguna ocasión que le gustaría canalizar sus facultades hacia la sanación. Aquellos comentarios no eran recibidos de buena gana por la mayoría de los investigadores del caso, ya que temían que antes de concluir la primera fase de la investigación, ya se mitificase a la niña como una milagrera, o simplemente se la atacase tildándola de curandera o bruja…
Todavía no habían terminado las investigaciones de sus capacidades psicocinéticas y Mónica ya había comenzado a practicar, a espaldas de los investigadores, la sanación de pequeños dolores y enfermedades, en algunos de sus compañeros de colegio. Según ella misma comentó:
”Yo siento un calor, como una energía en las manos, y tengo que sacarla de mi curando a la gente. A veces hay tanta energía en mis manos que casi me quema…”.
Durante los experimentos se observa una subida paulatina de la temperatura hasta llegar a una media de 0,2ºC (Grados Centígrados) de diferencia con la registrada antes del experimento. Mónica dice sentir aumentar el calor de sus manos, aunque no en todas las pruebas.
En los valores de la tensión arterial se nota una bajada significativa.
Las tomas de temperatura y tensión arterial se hicieron en diferentes experimentos sin que la muchacha estuviera especialmente concentrada y sin inducción de estado alterado de conciencia alguno. Se observa también un cambio muy significativo de las pulsaciones, que aumentan durante las pruebas.
Sea como fuere, lo cierto es que Mónica comenzó a decantar sus facultades, gustase o no a los estudiosos, hacia la sanación. No obstante, en mayo de 1988 ya se había iniciado la segunda fase de la investigación. Se trataba del análisis de las capacidades extrasensoriales de la niña.
Los resultados fueron más sorprendentes si cabe que en lo referente a las capacidades PK. Los numerosos experimentos de precognición, telepatía y clarividencia ofrecieron resultados notables. Pero era la clarividencia, en todas sus variantes, la capacidad que destacaba por encima de las demás. En el informe elaborado por Hernández Cárrica se habla de un 100% de aciertos en algunas sesiones. Realmente puede parecer excesivo, pero las facultades de psicometría, heteroscopia, autoscopia, etc., de la joven eran realmente desconcertantes.
Como en tantas otras ocasiones el dotado imponía sus “manías”, como la de operar con música a todo volumen, lo que, según Mónica, la ayudaba a aislarse de las inquisitivas miradas de los investigadores.
Como podemos ver, Mónica al igual que otros muchos superan en facultades a Uri Geller, realizando muchos prodigios que Uri no podría y además bajo rigurosas condiciones científicas, llegándose a levantar actas notariales de hechos como los que he contado.
Fue presentada y entrevistada en medios de “desinformación” de todo el Mundo, pero a pesar de superar con éxito las cada vez más difíciles pruebas y retos que le planteaban, fue ridiculizada una y otra vez.
Aquí tienen un ejemplo de lo que les digo. Una cadena italiana se mofa de su facultades de clarividencia, en la que dan una explicación tan “científica” como que se asomaba inadvertidamente por la rendija de la caja para ver la carta (Además de visión rayos X, Mónica debía tener según ellos, una linterna en sus ojos para iluminar en la oscuridad de la cajita, distinguiendo con nitidez el color gris…) ¡La explicación sí que resulta increíble!, pero ya saben que lo que dice la televisión es “dogma de fe”.
Fuente: http://revistavocesdelmisterio.wordpress.com/
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