Monday, October 28, 2013

La secta de los Assasins

La secta de los Assasins

Los Hashshashin fueron una secta disidente de los Ismaelitas nacida en torno al siglo XI en el actual Irán. Llegaron a asesinar líderes enemigos muy protegidos lo cual creó la leyenda de que nadie podía escapárseles. Su modo de operar era casi siempre el mismo, asesinaban a su víctima en público en presencia de mucha gente y además desde una corta distancia. Este modus operandi implicaba la muerte segura del asesino pero no importaba el paraíso le estaba esperando y la propaganda garantizada.

Fortaleza de la secta de Los Assasins en Alamut

Aunque la secta era conocida desde el siglo VIII, la fundación de los Asesinos se acostumbra a fijar en 1090, cuando Hasan-i-Sabbah, estableció su baluarte en la fortaleza Alamut. Hasan había nacido en Irán en torno al 1034, su padre lo había educado en el Chiismo aunque poco a poco se fue alejando de la ortodoxia y acabó abrazando el Ismailismo dentro del cual se llegaría a convertir en un misionero importante que visitaría numerosas ciudades en Persia, Azerbaiyán y Siria, recalando finalmente en El Cairo, donde el Ismailismo era la religión oficial.
Su estancia en esta ciudad está rodeada de misterio y leyenda, pero parece ser que llegó a ocupar un puesto de alta responsabilidad, quizás Jefe de la Inteligencia. Pero cuando estalló un conflicto por la sucesión Fatimita, Hasan escogió el bando perdedor, por lo que tuvo que acabar huyendo. Fue entonces cuando junto con sus seguidores se apoderaron de la Fortaleza de Alamut (Castillo de la Muerte en Persa), un lugar ideal situado en la cima de una montaña 2,100 metros de altura casi inexpugnable.

Hasan viviría recluido en sus aposentos dentro de la Alamut el resto de su vida, 35 años, dedicado a la oración, al ayuno, al estudio y a la propagación de la doctrina Nizarí. A parte de un conocimiento profundo del Corán, también tenía conocimientos en matemáticas, alquimia y astronomía. Llevaba una vida austera e imponía un estricto código de conducta entre sus seguidores. Se dice que ejecutó a su propio hijo por beber vino por lo cual no es de extrañar que otros seguidores fueran ejecutados sólo por tocar la flauta.

Hasan-i-Sabbah

Con el tiempo pasarían a controlar más fortalezas en Irán y Siria, siempre situadas en lugares poco accesibles y bien provistos de fuentes de agua y alimentos. Desde estos lugares, los ismailíes extendieron su predicación lo cual fue visto como una amenaza por la dinastía turca de los selyúcidas, que en aquel tiempo controlaban Irán, por lo que no tardaron en emprender acciones militares contra esta secta, aunque con escaso éxito. Como represalia los Asesinos empezaron con su estrategia de asesinatos selectivos contra los dirigentes políticos y militares selyúcidas.

Esta estrategia de asesinatos políticos había comenzado tiempos antes, como venganza contra los Fatimitas de Egipto y los tradicionales enemigos de los chiitas, los sunitas. Una de sus primeras víctimas había sido el visir Nizam al-Mulk en 1092. Le seguiría en 1094 el califa fatimí Al-Mustansir, cabeza del Ismailismo lo cual provocó un guerra de sucesión entre su hijos Al-Musta’li y Nizar. Los ismaelitas de Irán liderados por Hasan-i-Sabbah apoyaron a Nizar, por lo que a partir de este momento serían también llamados Nizaríes, mientras que la mayoría de los Ismaelitas apoyarían a Al- Musta’li, la ruptura entre ambos grupos fue definitiva, y convirtió a los Nizaríes en un grupo aún más minoritario.

Como asesinos eran meticulosos, especializados en el asesinato de una única persona, sin causar víctimas inocentes. Para sus acciones siempre escogían sitios públicos ante multitud de testigos, la propaganda de la acción estaba asegurada. Como hemos dicho, típicamente el asesinato se llevaba a cabo a corta distancia, usando una daga o similar, jamás usaban veneno u otras armas que hubieran podido ofrecer más posibilidades de escapar vivo al enviado.

Estos asesinatos en los que el asesino se dirigía a una muerte segura hacían crecer las teorías y leyendas sobre las tácticas que empleaban para inducir a los guerreros a cometer sus crímenes. Una de estas leyendas afirmaba que se hacía creer al futuro asesino que estaba a punto de morir, muy probablemente mediante el uso de hachís para luego hacerlo despertar en un jardín rodeado de vírgenes, vino y suntuosos manjares. El guerrero creía que había subido al cielo y que Hasan-i-Sabbah era un representante de Dios, bastaría con seguir sus órdenes para regresar al paraíso, pero esta vez para toda la eternidad.

Otra leyenda que comparte ciertas partes con la anterior, sostendría que los futuros asesinos eran traídos a Alamut con una edad temprana, pasando toda su vida en jardines paradisiacos drogados con hachís, según esta versión Hasan-i-Sabbah también jugaría el papel del emisario divino en la Tierra. Todo seguiría así hasta el día que repentinamente serían sacados de “este paraíso” al que sólo podrían volver si cumplían la misión que Hasan les encomendara.
Existen numerosos casos, aunque tal vez sean más leyenda que realidad, en el que los asesinos antes de actuar avisaban a sus víctimas. Una mañana la víctima despertaba con una daga en su almohada lo cual era una clara indicación que la jamás volvería a estar a salvo, los Asesinos se habían infiltrado en su círculo más cercano, así que sería mejor que dejase lo que fuese lo que había enfrentado con los Asesinos si quería continuar viviendo.

Realmente estas como la mayoría de teorías sobre los Hashshashin no se pueden corroborar con ningún tipo de prueba histórica. La mayoría de estas historias nos han llegado a través de sus enemigos o de Marco Polo, que supuestamente visitó Alamut en 1273, aunque se cree más probable que a él la historia le llegara de forma indirecta a través de los mongoles, ya que para la supuesta fecha de su visita el baluarte ya haría dos décadas que habría caído.

En tiempos de las Cruzadas, tomó el liderazgo de la secta otro líder carismático y misterioso, llamado Rashi ad-Din Sinan, y apodado por los cruzados “Velutus de Montanis” (Viejo de la Montaña). Es legendario su enfrentamiento con Saladino, al que intentó asesinar en al menos dos ocasiones. Saladino como represalia decidió poner cerco a Masyaf, la fortaleza de Rashid. Se dice que una mañana al amanecer Saladino se despertó con la habitual “tarjeta de visita” de los Asesinos, una daga y unos pasteles envenenados sobre su almohada, tras este “susto” Saladino cambió radicalmente de actitud y decidió negociar con los Hashshashin y abandonar el cerco aceptando la autoridad de los Hashshashin sobre sus castillos.

La relación con los cruzados fue un tanto peculiar llegando a ser aliados, aunque nunca muy de fiar, se dice que incluso los Asesinos intentaron negociar su conversión al cristianismo, aunque se desconoce si por convicción o conveniencia. Uno de sus acciones más importantes de esta época fue el asesinato del Rey de Jerusalén, Conrad of Montferrat en 1192, no se sabe muy bien si por encargo del Ricardo Corazón de León o Saladino. Los asesinatos por encargo de sus “aliados” eran habituales, años más tarde, en el 1214, asesinarían al Patriarca de Jerusalén, se cree que por encargo de los Caballeros Hospitalarios que querían que pareciera una acción musulmana.

Los Hashshashin fueron hábiles y supieron aprovechar las rencillas entre sus enemigos: Cruzados, Fatimitas y Sunitas, importunando a unos y a otros pero jamás siendo la principal amenaza de nadie. Mientras sus enemigos tuvieran otros enemigos más importantes ellos podrían sobrevivir. Esta estrategia sutil y hábil les permitió sobrevivir casi 200 años, pero un error era inevitable y finalmente llegó durante el siglo XIII, cuando decidieron asesinar a un hijo de Genghis Khan, Jagati, que gobernaba una parte de Persia y que había prohibido algunos rituales Ismaelitas. La represión mongola fue brutal y en 1256 la fortaleza de Alamut fue arrasada perdiéndose su valiosa biblioteca.

Muchos Nizaríes fueron masacrados y los que consiguieron escapar se dispersaron por Asia: India, Afganistán y los Himalayas, lugares donde han sobrevivido discretamente como pequeñas comunidades hasta nuestros días aunque sus prácticas y poder político poco tengan que ver con los tiempos de su época dorada de Alamut.

Una de las aportaciones de los Hashshahin al mundo es el de palabra “asesino” que ha pasado a numerosas lenguas con el significado que tiene para nosotros. Según algunos significaría “seguidores de Hasan” pero para otros “los que toman hachís”.

Fuente: http://www.cabovolo.com/






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