Napoleón III, el último emperador francés
La II República Francesa tuvo un único protagonista en toda su corta historia: Napoleón III. Fue una figura que llegó al poder apoyado ampliamente por la sociedad francesa y que, con el respaldo de la misma, proclamó el II Imperio Francés. Bajo su mandato, Francia se expandió ampliamente en el extranjero y reforzó varias leyes liberales. No obstante, su fracaso frente a Bismarck auspició su caída.
Luis Napoleón Bonaparte
Luis Napoleón Bonaparte nació el 20 de abril de 1808 en Paris, siendo el tercer hijo del Luis Bonaparte, rey de Holanda, y de Hortensia de Beauharnais, hija de la emperatriz Josefina. Fue sobrino del emperador Napoleón I y, cuando este fue depuesto en 1815, tuvo que huir a Suiza junto a su familia.
Más adelante, Luis Napoleón asistió al Liceo de Augsburgo, donde aprendió los conceptos militares básicos de la mano de un antiguo oficial del emperador francés. No obstante, no fue hasta 1830 cuando empezó su carrera como militar en el ejército suizo, obteniendo el rango de capitán de artillería en 1834. Antes de lograr dicho cargo, se trasladó con su hermano, Napoleón Luis, a Italia. Allí se implicaron en las protestas de los carbonarios para expulsar a los austríacos y participaron en una insurrección liberal en los Estados Pontificios. Al principio fueron campañas exitosas, pero Napoleón Luis falleció en Romaña.
La muerte de su hermano mayor, unida al fallecimiento de Napoleón II, situó a Luis Napoleón como jefe dinástico de los Bonaparte. Con este título, trató de conquistar el poder mediante un golpe de estado en Estrasburgo en 1836 y una sublevación con soldados en Boulogne-sur-Mer en 1840. Sin embargo, sus intentos fueron vanos y fue encarcelado. Estuvo desde 1840 hasta 1846 en la cárcel y aprovechó ese tiempo para redactar varios ensayos que mostraron su ideología romántica, su liberalismo autoritario y su socialismo utópico. En 1846, escapó de su cautiverio y se trasladó a Southport.
El estallido de la revolución de febrero de 1848 hizo que Luis Napoleón regresase a Francia. En junio, le eligieron para ocupar un escaño en la Asamblea que se formaría en septiembre. Tras la instauración de la Constitución de la II República Francesa en noviembre, se presentó como candidato a la presidencia. Gracias al apoyo del comité de la calle Poitiers y al apego de las masas al mito napoleónico, fue votado por más de cinco millones y medio de personas, lo que le alzó a la jefatura del estado francés el 10 de diciembre de 1848.
Con el apoyo del Partido del Orden, entró en conflicto con la Asamblea Nacional, de mayoría monárquica. Los diputados conservadores votaron a favor de enviar tropas a Roma para sofocar las revueltas contra el papa y apoyaron la ley Falloux, por la que se favorecía una enseñanza religiosa. Luis Napoleón se enfrentó a estas políticas reaccionarias que tuvieron su máximo exponente en la eliminación del sufragio universal.
Esta tensa situación, hizo ver al presidente que tenía el apoyo del pueblo para sublevarse. Es así como tuvo lugar el golpe de estado del 2 de diciembre de 1851, en el que Luis Napoleón se presentaba como defensor de la democracia. Su golpe fue ratificado mediante un plebiscito que le concedió poderes especiales y autoritarios. Con ellos eliminó toda oposición, ya fuera republicana, socialista o monárquica, e instauró un régimen autoritario y centralizado.
El nuevo sistema se regía por la Constitución del 14 de enero de 1852, en la que el poder ejecutivo ostentaba un mayor poder y en la que el estado se transformó en una monarquía hereditaria. El 2 de diciembre de 1852, Luis Napoleón fue proclamado emperador de los franceses con el nombre de Napoleón III. En 1853, se casó con Eugenia de Montijo, quien le dio un heredero, que sería conocido como Napoleón IV.
Por una serie de medidas voluntariamente adoptadas, el emperador, después de 1860 y a pesar de las consecuencias del atentado de Orsine en 1858, hizo evolucionar su régimen hacia lo que se llamó “Imperio Liberal”. Pasó de ser un estado autoritario en el que gobernaba sin oposición, a un sistema en el que el parlamento tenía un mayor poder.
Se proclamó el “derecho de iniciativa del Parlamento” y el control de los presupuestos por parte de las cámaras. Además, en 1864 se introdujo el derecho de asociación y huelga, al mismo tiempo que se suavizaron las leyes de prensa y se suprimió la censura previa. A comienzos de 1870, con la designación de Emile Ollivier como primer ministro, el Imperio tomó características parlamentarias.
En el terreno económico, Napoleón III impuso en 1860 el paso del proteccionismo al librecambismo, lo que le acabaría por restar determinados apoyos en el futuro. El emperador también hizo multiplicar los trabajos de irrigación y de desecación en las provincias, mientras que apoyó personalmente la política practicada en París por Haussmann.
En política exterior, el mandatario francés potenció de forma exponencial el imperialismo. En lugar de centrarse en África, optó por Asia y consiguió expandirse por Indochina, que se convirtió en colonia entre 1862 y 1867. En Europa, el emperador intervino en la guerra de Crimea entre 1854 y 1856. También participó activamente en los procesos de unificación italianos en 1860, que le acabaron por proporcionar la anexión de Saboya y de Niza.
Sin embargo, a partir de ese momento, la particular política exterior de Napoleón III mostró sus deficiencias a raíz de la aventura mexicana entre 1862 y 1867, así como su carencia de personalidad a partir de 1866, momento en el que fue utilizado por Bismarck.
Su estrategia italiana le restó el apoyo de los católicos franceses y su comportamiento librecambista, el de los industriales. Debido a que la rápida industrialización del país, Napoleón III fue favorable al sansimonismo financiero y mercantil, doctrina por la cual la sociedad debía organizarse sobre una base industrial y el gobierno debía entregarse a los comerciantes e industriales. Esta tendencia del emperador hizo más sensible la pauperización de la creciente clase obrera, ya que su “socialismo” paternalista se vio sobrepasado por el progreso de la idea republicana y por las ideas revolucionarias de Proudhon y Marx.
Aunque el plebiscito del 8 de mayo de 1870 fue favorable a Napoleón III, la alemana de julio de 1870 tuvo fatales consecuencias para él. Los prusianos le derrotaron y le hicieron prisionero en Segán el 2 de septiembre, por lo que los republicanos lo aprovecharon para destituirle y proclamar la III República Francesa el 4 de septiembre en París.
Mientras tanto, los alemanes encarcelaron al antiguo emperador. No obstante, en 1871 le permitieron exiliarse en Gran Bretaña, donde se reunió con su mujer. Allí permaneció el resto de sus días hasta su muerte el 9 de enero de 1873.
Fuente: http://redhistoria.com/
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