ROALD AMUNDSEN
Roald Amundsen
Amundsen nació el 16 de julio de 1872 en una granja de la región de Fredrikstad, en una familia de marinos y balleneros. Encandilado por los relatos de aventureros y exploradores, en especial los relatos de Sir John Franklin y la búsqueda vana del Paso del Noroeste, con apenas 15 años y ya huérfano de padre, Amundsen tomó la determinación de consagrar su vida a la exploración polar. El éxito logrado por Fridtjof Nansen en la primera travesía de Groenlandia, cuando tenía 17 años reforzó su decisión. A la muerte de su madre en 1893, a los 21 años, deja los estudios y se enrola en una expedición al ártico.
En 1903 se enroló como primer oficial en la expedición Bélgica Antártica, dirigida por Adrien de Gerlache. A bordo del 'Bélgica', los componentes de la tripulación quedan atrapados por los hielos de la península Antártica por debajo de los 70º S, convirtiéndose en los primeros en pasar un invierno ártico. En aquella terrible y desconocida experiencia que duró 13 meses fue decisivo el estadounidense Frederick Cook, médico de la expedición y que más tarde tuvo un virulento enfrentamiento con Peary por demostrar que había sido el primero en alcanzar el polo Norte.
Amundsen con sus perros
Al contrario que Nansen, Amundsen no fue un científico ni tampoco un nacionalista, aunque su pragmatismo pronto le hizo entender que ambos componentes eran esenciales para sufragar sus expediciones. La búsqueda del polo Norte magnético, un punto separado del geográfico, fue una excusa excelente para encontrar apoyos para su próxima expedición: el Paso del Noroeste. Esta mítica singladura, ocasionalmente abierta entre los hielos árticos, era una posible ruta marítima que comunicaba el norte de los océanos Atlántico y Pacífico por el norte del continente americano, ahorrando miles de kilómetros de navegación.
Amundsen adquirió un pequeño pesquero, el 'Gjoa', de sólo 21 metros de largo y 45 toneladas. Los barcos polares tendían a tener un tamaño grande, pues aparte de una tripulación más o menos numerosa, debían alojar ingentes cantidades de alimentos, combustible y pertrechos para las travesías polares. En el 'Terra Nova', por ejemplo, empleado por el capitán Scott en su expedición a la Antártida de 1911, gran parte de la impedimenta hubo de ser estibada en los camarotes de la tripulación.
El pesquero Gjoa
El 'Gjoa' era todo lo contrario. Y aquí se encuentra una buena muestra del admirable espíritu práctico que gobernó a Amundsen. Este barco fue el más pequeño navío de exploración ártica jamás visto. Preparado para sólo siete tripulantes, en él, llevó lo imprescindible, pues pensaba obtener el alimento cazando y pescando a lo largo de su travesía. Lo que a priori parecía un inconveniente decisivo, resultó clave para el éxito de la expedición, pues el escaso calado del barco hizo posible que encontrara paso por los estrechos canales entre las islas y costas del norte de Canadá, por donde jamás hubiera pasado otro navío de mayores dimensiones.
Entre 1903 y 1905 logró forzar aquella travesía, pasando dos inviernos en la Tierra del Rey Guillermo, al norte de Canadá. Allí Amundsen se sumergió en la forma de vida y la cultura inuits, algo que le ayudó de manera decisiva en el resto de sus travesías polares. Concluida la travesía en el verano de 1905, El 'Gjoa' alcanzó la costa de Yukón.
No contento con ello, Amundsen recorrió sobre sus esquís sin el menor problema los 800 kilómetros de distancia ida y vuelta que le separaban de Eagle City, en Alaska, donde estaba el telégrafo más cercano, la única forma de comunicar al mundo la consecución de su éxito y cumplir con el acuerdo que tenía con el Times. Por desgracia, la noticia se filtró en el camino y fe divulgada por los periódicos norteamericanos antes, perdiendo Amundsen la cantidad acordada por la exclusiva.
Al polo por los aires
De regreso de la Antártida, Amundsen se convirtió en héroe, aunque no dejó de recibir severas críticas por su manera de empezar aquella expedición a la Antártida. Poco tiempo después empezó la I Guerra Mundial. Allí descubrió el noruego las posibilidades que ofrecían los aviones a la exploración polar. No tardó en comprarse uno y fue el primer noruego en obtener un carnet civil de piloto.
Con el 'Maud' inició en 1918 la travesía del Paso del Noreste, es decir la circunvalación del océano glaciar Ártico entre sus banquisas heladas y las costas del norte de Siberia. Estuvo empeñado en aquella aventura cuatro años y, aunque logró ser el tercero en atravesar el pasaje, terminó arruinado. Con la liquidación del barco, Amundsen concluyó su periodo marítimo, consagrándose a la exploración polar desde el aire.
En 1925 dirigió una expedición de dos ligeros hidroaviones Dornier Do J rumbo al polo Norte en la que a punto está de perder la vida con sus cinco acompañantes, sin lograr el objetivo. En 1926, se embarcó en el zepelin 'Norge', Noruega, junto con el creador del aparato el ingeniero italiano Umberto Nobile y 14 hombres más, logrando la primera travesía aérea del Ártico, tras partir de Ny-Alesun, en las islas Svalbarg, y alcanzar la población de Teller, en Alaska, después de un vuelo de cuatro días en los que el 12 de mayo, a las 1.25 horas, sobrevolaron el polo Norte por primera vez en la Historia.
Dos años más tarde, durante un vuelo de rescate sobre el ártico en busca de los tripulantes de otro dirigible de su amigo Nobile, el 'Italia', caído cuando regresaba de una nueva travesía sobre el polo Norte, el avión que pilotaba Roald Amundsen en compañía de otros cinco tripulantes, desapareció en el mar de Barents. Nunca fueron encontrados, a pesar de que sus restos se buscaron en distintas ocasiones, incluso con submarinos teledirigidos.
Fuente: http://www.elmundo.es/
0 comments:
Post a Comment